martes, agosto 19, 2008

Sabían demasiado

Director: Pedro Lazaga
Duración: Un poquito menos de hora y media.
Estreno: 18 de septiembre de 1962.

Últimamente he leido un par de libros de cine español, donde se habla bastante bien de Pedro Lazaga como un prolífico cineasta español. Y con tan buenas referencias, no podíamos por menos que ver si hay algo de cierto en la fama que tenía. Por cierto, a aquellos que denostan sin conocer los entresijos del cine patrio, quizá deberían replantearse ese tipo de prejuicios con títulos como este, que sin ser el mejor, cumple a la perfección con los objetivos del cine.

La película trata sobre una banda de carteristas en el Madrid de los años 60 que deciden cambiar un poco el negocio. Seducidos por las historias de gansters americanos, el jefe de ellos se marcha a Chicago con el fin de aprender las técnicas de las ametralladoras y las pistolas. Pero no todos están de acuerdo con este cambio de rumbo, por lo que una parte de la banda decide seguir con el negocio tradicional.

Una terminada de ver, te das cuenta que te ha faltado algo durante toda la película. Ese algo yo creo que es una historia que narrar. Contamos con buenísimas interpretaciones e intérpretes, un divertido guión lleno de buenos diálogos, escenarios del Madrid de hace cincuenta años, pero no tenemos una buena historia que una todas esas piezas. Podemos ver la película como una sucesión de situaciones divertidas, pero nada más. Aún así, sigue siendo muy divertida. Jose Luís López Vázquez sobreactuado al máximo, con su palillo entre los dientes, Jose Luis Ozores tan buen actor como nos tuvo acostumbrados, Tony Leblanc de jefe de medio pelo y demás elenco de actores de la época nos dejan una buena comedia parodia de las películas de cine negro americanas.

Resumiendo, película sobre una banda de carteristas españoles que quieren importar las técnicas de los gansters. Comedia en blanco y negro, que peca de un flojo nexo de unión entre las divertidas escenas. No muy maltratada por el paso del tiempo, se deja ver y provoca más de una carcajada.

Simpático cameo de un anciano Pepe Isbert.

Besitos.

P.D: Por cierto, recupero con esta película la actividad de "ve cine con un bebé en brazos" que tan buenas noches me ha dado. Es similar a los que hacía Platón (o el que fuese) de dar las clases andando, pero en este caso es ver una película andando con un bebé llorón tratando de dormirle. No se como no han de esto una disciplina olímpica.
P.D.2: Escenas con Jose Luiz López Vázquez ahogándose con el palillo, o haciendo gimnasia bien valen el tiempo que se invierte. Y aún más a Tony Leblanc señalando con el dedo y diciendo divertido "mira, ¡un negro!" días antes de ir a Chicago. Geniales.

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